domingo, 30 de agosto de 2009

Amor contingente


En 1929 la pareja de Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir sella un especial compromiso, "el pacto incluía la transparencia: nos contaríamos todo lo que sucediese en nuestras vidas privadas, incluyendo los 'amores contingentes'¨.

Se le permitía a la pareja compartir el sexo y las pasiones intelectuales, contándose todo lo que les pasaba con otros amores, sin que ninguno de los dos tuviera derecho a los celos. Ese modelo de pareja exigía, por supuesto, que vivieran en casas separadas.

"Trabajaremos mucho, pero llevaremos apasionadas vidas de libertad". Estas palabras fueron dichas por Jean Paul a Simone, y así lo cumplieron. Entre ellos existió un grado de dependencia distinto al de parejas convencionales, pero la hubo.

Durante el lapso del primer contrato, que duró dos años, Simone era la relación privilegiada de Sartre, y viceversa: ambos tenían derecho a entrar en la vida del otro a cualquier hora del día y de la noche, y a conocer antes que nadie todo lo que el otro hiciera.


Estaba prohibido mentir. "La sinceridad es algo a lo que no puedo renunciar", anotó Sartre por entonces. Pero, a la vez, tenían la obligación de no preguntar. Se sobrentendía que los amores "circunstanciales" eran también fugaces y que ninguna pasión imprevista podría destruir el verdadero "amor esencial".
El pacto fue renovado muchas veces, aunque no hiciera falta. Desde el principio, su relación se caracterizó por la independencia, sentimental y sexual, de ambos: no se casaron, vivieron juntos sin compromiso y no tuvieron hijos.

Simone dijo «Hasta ahora, los hombres que me habían interesado eran de una especie diferente a la mía. Me era difícil comunicarme con ellos sin reservas. Sartre era el doble en quien reencontraba, llevadas a la incandescencia, todas mis manías. Con él podía, simplemente, compartirlo todo. Cuando lo conocí supe que nunca más saldría de mi vida»

El acuerdo se rompió de común acuerdo. En palabras de Beauvoir: «Revisamos nuestro pacto y abandonamos la idea de un contrato entre nosotros». ¿Por qué? Muy sencillo. La teoría y la práctica a menudo no sólo no convergen, sino que son totalmente antagónicas. Así, su unión se estrechó más de la cuenta y podía admitir breves separaciones, pero no largos viajes de cada uno en solitario.«No nos juramos fidelidad, pero éramos conscientes de ser la persona más importante para el otro».


¿Qué pensás sobre tener un amor "esencial" y otro/s amor/es contingente/s? ¿Aceptarías un "pacto" similar?

martes, 25 de agosto de 2009

Siete minutos

Siete minutos pueden pasar volando si nos interesa quien tenemos enfrente. Siete minutos pueden ser una eternidad si, por el contrario, no hay compatibilidad. Pero lo que es seguro es que siete minutos son suficientes para descubrir si entre dos personas hay química y quieren seguir conociéndose.

Según un estudio de la Universidad de Pensilvania, la mayoría de las personas eligen a su compañero en sólo tres segundos de haberse conocido. Otro estudio demuestra que en un encuentro entre un hombre y una mujer, el 45 % de las mujeres y el 22 % de los hombres toma la decisión en los primeros treinta segundos del primer encuentro.

"Un flechazo es un deslumbramiento, es decir, el primer paso del enamoramiento que luego puede dar lugar al amor o no. Es lo que se llama "amor a primera vista" que hace que una persona impacte a otra y se despierten los sentidos.
Las personas poseen una serie de sensaciones, impresiones, huellas mnémicas, una especie de matriz, de aspectos físicos y psíquicos ajenos que los pueden atraer. El primer vínculo que se forma con la madre, tanto para el hombre como para la mujer, es el modelo de toda relación afectiva y erótica futura. Esto se va enriqueciendo desde la infancia, con otras relaciones significativas y organiza características de las personas que nos pueden agradar. Cuando alguien coincide con esa tipología, surge "el flechazo".

Acá el trailer de la peli española que llegará este año a nuestro país



Y vos, ¿cuanto tiempo necesitás para enamorarte?

domingo, 16 de agosto de 2009

Desvelos de Cupido














Imaginemos la siguiente escena de un supuesto guión cinematográfico:


Sol, mar, playa solitaria ..., un hombre y una mujer.

El hombre. _ Estás muy callada. ¿Qué te pasa?
La mujer. _ Nada.
El hombre._ Vamos, contame.
La mujer._ No sé cómo explicártelo. (Breve pausa)
_ Me he propuesto abandonarte.
El hombre._ ¿Hay algún otro?
La mujer._ Sí.
El hombre._ ¿Estás segura de quererlo?
La mujer._ Sí.
El hombre._ ¿Más que a mí?
La mujer._ Me sería imposible seguir viviendo sin él.
El hombre._ (pasándole su brazo por la espalda).
_ Ok. Bárbaro.
La mujer._ ¿Cómo dijiste, por favor?
El hombre._ Dije "bárbaro" ... ¡Quedate con él!
La mujer._ ¿Te alegras?
El hombre._ ¿Por qué no habría de alegrarme?
La mujer._ Entonces ... ¿ya no me quieres?
El hombre._ Al contrario.
La mujer._ ¿Enserio, me quieres todavía?
El hombre._ Te quiero y, por eso, deseo verte feliz. ¿Acaso esperabas otra cosa?

Más tarde, cuando el productor lee ese guión y llega a este pasaje, agarra el teléfono y pide comunicarse urgente con su autor. Empieza preguntándole si ha perdido el juicio: evidentemente, usted ha intentado representar una escena de amor, le dice, pero tales escenas amorosas no ocurrn nunca en la vida real. Cuando son "auténticas", el hombre intenta partirle la cabeza a su mujer. Luego se va al auto, arranca reventando los neumáticos y maldice mil veces a su rival.

Sin embargo, el autor resiste a hacer modificaciones: el hombre realmente enamorado de su mujer, responde, se comporta así y nada más, pues el verdadero amor es, ante todo, abnegado.

Si el productor se prestara a seguir la polémica se pondría de manifiesto que existen, por fuerza, dos clases bien distintas de amor entre hombres y mujeres: uno condescendiente y otro vengativo, uno altruista y otro posesivo, uno donador y otro recipiente ...

¿Es cierto eso? ¿Existen dos formas diferentes de amor entre hombre y mujer, dos formas diametralmente opuestas por su misma esencia? ¿Hay un amor "verdadero" y otro "falso"?

domingo, 9 de agosto de 2009

Amados y Amantes














En el amor, no hay una sola posición (y no vamos a hablar del Kamasutra esta vez). En este caso hay personas que aman y otras que se dejan amar. Hay amados masculinos y amados femeninos. Hay amantes hombres y amantes mujeres. Ser amante o amado no tiene nada que ver con el estado civil, ni siquiera con la legalidad del vínculo. Es sólo un juego de roles.


Esther Feldman
(http://www.autores.org.ar/efeldman/) autora de la exitosa tira "Lalola" y colaboradora de "Los Exitosos Pells" vuelve a las librerías con "Amados y Amantes" y regresa así al universo sentimental para contarnos con humor y delicadeza implacable las historias más insólitas y realistas del mundo del corazón.

En este libro hay obsesivos que sólo buscan palabras de amor, farsantes que prometen mundos de fantasía, almas conmovedoras, historias tristes y finales felices. Hay subcategorías en el amor como el "amado demagógico" (es el hombre que te está diciendo todo el tiempo que sos la mejor, la más linda, la mujer perfecta y puede llegar a ser un gran inspirador para la vida. Ahora, lo que él obtiene en recompensa por tanto elogio es otro tema).
El "amante romántico" (en lo excesivo de las quince llamadas diarias y los mensajes de cupido), el "amante mimético" (que absorbe y replica los gustos de la pareja (hagamos todo de a dos y al mismo tiempo), el "amado psicópata" (hay una fantasía en el imaginario masculino y es que a las mujeres nos gusta sufrir, que preferimos al maltratador que al cariñoso, que nos encanta llorar por amor).


En el fondo, todas son historias que nos identifican en algo.
Porque todos fuimos, somos o seremos amados o amantes en alguna relación...

Ahora, decime la verdad: vos... ¿elegís ser amado o amante?

domingo, 2 de agosto de 2009

Desencuentros de género

Ahora que nosotras aceptamos las reglas, ellos se quejan de la inestabilidad sentimental, de la falta de compromiso y del vacío de las relaciones carnales casuales. Quieren amor del bueno, y nosotras también. Pero hay hombres que todavía no digieren la idea de que, como ellos, las mujeres también podemos “tener sexo con el equivocado mientras esperamos al indicado”.


Hace tiempo que escucho a los hombres repetir que “ya no hay mujeres”. Lo que no quedan son minas que aguanten el “gataflorismo”. Salís una vez, lo pasa bárbaro, dice te llamo…¡y no llama más!. Si vos tomás la iniciativa, sos una reventada o estás de liquidación. Lo de siempre. Todo esto es culpa de la histeria masculina. Pero finalmente cayeron en su propia trampa.


Prefiero creer que no hay culpables. Sí creo que hay personas que consideran y promueven la teoría de que las relaciones estables son una forma de esclavitud sentimental y física, donde la cama es la cárcel y la fidelidad un castigo.


En fin. Les dejo este vídeo de Seinfield que relata como nadie la crónica del eterno desencuentro contemporáneo.