martes, 30 de septiembre de 2008

Secretos de Mujeres Casadas (MASON, CAROL)

Reseña:

Jill y Rob están felizmente casados y muy enamorados. Ella está contenta de tener a su lado a un marido en quien confiar, al que ama y que además posee las destrezas apropiadas para pasarlo bien en la cama. El problema surge cuando descubren que no podrán tener hijos. Para Jill, los niños nunca han sido la finalidad de su vida, pero a Rob
la situación lo aturde y toma distancia del sexo, renuente a hablar de aquello que lo preocupa y lo humilla. La comunicación entre ambos se ha convertido en algo tenso e irritante. Mientras, ella sólo anhela un poco de diversión.
¿No sería injusto que en lo mejor de su vida no tuviera, como sus amigas, un compañero para divertirse sin compromisos? Secretos de mujeres casadasexplora una zona de lujuria y sensualidad femenina que los hombres, demasiado concentrados en sí mismos, tal vez ignoren. ¿Son las personas, los deseos y las fantasías alguna vez lo que parecen? Mientras afronta la infertilidad, la infidelidad y la verdad sobre su matrimonio, Jill está a punto de averiguarlo.


lunes, 29 de septiembre de 2008

Los secretos mejor guardados de las mujeres

Somos amazonas
Cuando una mujer descubre que su marido la engaña lo primero que pregunta no es: “¿Por qué lo hiciste?“, sino “¿Quién es ella?”. No le interesan los motivos de la traición; lo que le importa saber es si la otra era más jóven o más linda, si era mejor en la cama, en dónde se conocieron y cuantas veces tuvieron sexo.
Cuando yo era más jóven, por ejemplo, terminaba todos los años durmiendo con mi ex novio. Invariablemente, sin importar cuales fueran las circunstancias, luego de un tiempo caíamos en la misma rutina: nos despedíamos, nos separábamos, y volvíamos a dormir juntos cuando él estaba de novio con otra. Durante un par de años pensé que estas idas y vueltas significaban que estabamos hechos el uno para el otro; pero mi reincidencia tenía muy poco que ver con el amor. Mi deseo no era recuperarlo. Mi objetivo era probar que yo era inolvidable. Competía con ella sin importar quien fuera; tenía que demostrarle al mundo que yo era la mejor de todas.
Las mujeres, a diferencia de lo que los hombres creen, estamos en constante conflicto con nuestro género. Ellos son, cuando mucho, personajes secundarios. Cuando vamos a un casamiento, por ejemplo, no nos importa llevar compañía para bailar o para conversar entre comidas. Necesitamos llevar pareja para que el resto de las mujeres no puedan jugar la carta de: “yo tendré tres pibes y pareceré un colchón mal atado pero vos ni tenés marido”, y nostras podamos, en cambio, mostrar nuestro juego: “Mientras vos fregás pañales de rodillas yo tomo cocktails con sombrillitas y me burlo de tu panza”.

Del Libro "Bestiaria", Carolina Aguirre

domingo, 28 de septiembre de 2008

Lo no dicho

"Para ser una persona honesta hay que tener al menos un secreto. Nadie que sea considerado somete a los otros a que lo soporten de manera descarnada, tal cual es, sin nada que ocultar.
El secreto es lo oculto, el sitio en el que guardamos a escondidas lo que suponemos nos sería un problema con los otros. En especial con aquellos con lo que es imposible hablar. Se puede ocultar por miedo, por aburrimiento o porque simplemente ya no nos quedan ganas de volver a explicar.
Pero si hay algo con lo que el secreto insiste es en ser contado. Cuando se tiene uno se goza de posponer el único momento en que el secreto tiene sentido, su minuto de gloria: el instante de revelarlo.
No es lo mismo tener un secreto por pudor, protección, duda, cábala, miedo o porque se tenga ganas de tenerlo que andar escondiendo para controlar al otro. Para eso ni la desesperación es excusa, y el amor tampoco.
A veces el secreto es una condición erótica. Los que lo practican lo necesitan para que haya pasión. No dejar indicios, que nadie sospeche. El propio ocultamiento es un buen tema de conversación para una pareja que no sabe de qué hablar. A veces, el único tema. Pueden ver, en secreto, cómo los demás no pueden verlos. Una manera de andar desnudos y parecer vestidos. La situación puede ser estimulante si se evita el momento de mirar para adentro. Entonces no habrá secreto que valga.
El secreto no encubre lo verdadero. Lo que esconde es lo horroroso. Y aunque el secreto tenga como función que algo no se sepa, a medida que pasa el tiempo y vamos tomando distancia, pide alcanzar su destino natural: el ser contado".

De esto se trata el blog. De generar un espacio para que podamos escribir y volcar "eso" que llevamos con nosotros y nos habla a diario. Puede ser un deseo jamás contado a una amiga, ni a tu psicólogo. Algo que no te animas a hacer por vergüenza, por no romper las reglas, porque la conciencia individual y colectiva te señalaría.
Seguramente la mayor parte tendrá que ver con el amor. Allí es donde las mujeres deseamos muchas veces cosas que no pedimos, que esperamos que sucedan, que imaginamos o vimos que le pasó a otro y no a nosotros. Pero la espera es una actitud pasiva y una buena forma de poner en movimiento lo que queremos es compartirlo y ayudarnos a conseguir esas cosas.


Contarlo puede ser liberador. Algunos silencios son saludables sólo cuando se cortan, cuando lo dicho se acerca al pedido de ayuda.

Bienvenida a este blog para contar tu historia o simplemente leer las de otros. También podés recomendar o artículos relacionados, libros, películas, autores, revistas, y todo lo que desees compartir.

El Inconsciente _ Secretos de alcoba

A veces existen experiencias o sentimientos imposibles de decir incluso para uno mismo. De hecho, la sexualidad siempre tiene algo de secreto.

¿A quién no le gusta tener un secreto? O mejor dicho, ¿quién no tiene un secretillo en lo más profundo de su corazón? Sobre todo si es compartido, dirán algunos. O si es imposible de revelar, responderán otros. Lo cierto es que convivimos en un mundo de secretos más o menos inconfesables en los que transcurre nuestra cotidianeidad.

Tempranamente Freud indicó la crucial importancia del secreto en la vida amorosa de las mujeres. Pensaba, a comienzos del siglo XX, que si una mujer no lo tiene, lo busca como una necesidad propia de su ser femenino. El secreto le pemite hurtarse del otro, dejar parte de su feminidad por fuera del lazo social.

Si bien muchas veces las relaciones entre las mujeres se construyen a partir de la comunidad de secretos, o de estar al corriente de cierta información que otros no deben poseer, el secreto que aquí acentuamos concierne más a la intimidad que a la vida social. En lo comunitario muchas veces las relaciones con los secretos determinan la inclusión de una persona o su exclusión. Pero en la intimidad los secretos tienen como punto de partida la barrera que cada uno establece sobre aquello de lo privado que no debe pasar a la vida pública.

A veces existen experiencias o sentimientos imposibles de decir incluso para uno mismo. De hecho, la sexualidad siempre tiene algo de secreto. Aquellos que transgreden los usos de la insinuación y pasan a mostrarla en forma directa son considerados anómalos y producen angustia o rechazo.

Las condiciones de elección del objeto erótico y amoroso pueden ser secretas para el propio sujeto. Sabe que ese detalle, esa particularidad del otro lo atrae, y no obstante, paradójicamente, nada sabe acerca de eso. Ése es el punto clave del saber inconsciente: un saber no sabido por la conciencia. Esa elección establece cuáles son los rasgos simbólicos que diseñan al objeto amable y determina la serie que puede detenerse en un único objeto o formar parte de una lista de objetos sustituibles unos a otros.

La experiencia analítica contribuye muchas a develar semejante misterio. Algunas veces incide sobre ese tipo particular de elección, otras posibilita que el sujeto se reconcilie con su manera de amar y desear.
En ese sentido, el secreto aquí invocado funciona en forma diferente en mujeres y hombres.

Para los hombres, las condiciones de elección de objeto está determinada de modo tal que se puede hablar de la condición "fetichista", siempre la misma elección. En cambio, en las mujeres el acento está puesto en el hacerse amar y desear, por lo que el amor toma para ellas una vetiente llamada "erotómana".

La condición masculina es ignorada por él y en la mayor parte de los casos es un secreto para los otros porque de lo contrario sería exponer socialmente su sexualidad.

Por el contrario, para nadie es un secreto que las mujeres están mas preocupadas por hacerse amar que por amar. El secreto femenino incumbe a su goce solitario, llamado por Lacan "suplementario", que no la pone en relación con el otro. Antes bien, la hace "no toda" para el otro. Una parte de ella misma se sustrae del parteneire.

El secreto, el misterio femenino, no son la prueba de la "mala fe", de la insinceridad o de la mentira que se les atribuye a las mujeres. En realidad es la expresión de un goce que no puede ser expresado a través de las palabras y que las excede a ellas mismas volviéndose una pregunta.

Sólo el amor vuelve menos solitarios a los amantes, dice Lacan, puesto que el goce de cada uno los deja a solas. La experiencia amorosa puebla al exilio que conlleva el malentendido y el desencuentro radical entre los sexos. Desprecio y degradación de la mujer por parte del hombre, odio y hostilidad de la mujer hacia los hombres. En ambos casos, el secreto de estas pasiones se encuentra en la intimidad de la vida psíquica que determina su modo particular de amar y gozar.

El secreto puede, pues, estar habitado por palabras que no logra nombrarlo del todo. O puede mantenerse en reserva por propia decisión. Pero una parte del secreto de la relación entre los sexos no puede más que quedar en silencio, a la espera que los amantes encuentren sus buenas palabras.

(Silvia E. Tendlarz, psicoanalista. Autora entre otros libros, de "Las mujeres y sus goces")