martes, 27 de octubre de 2009

El sindrome del hombre objeto

Una fábula muy antigua -y algo remanida, a esta altura- cuenta que, en un edificio de cinco pisos, se vendían maridos. El primer piso tenía un cartel que decía “aquí hay maridos trabajadores”. Todas las mujeres subían al segundo piso inmediatamente, para encontrar un cartel que indicaba que se vendía “maridos trabajadores y guapos”. Excitadas con la perspectiva, todas corrían al tercer piso, donde el cartel prometía “maridos trabajadores, guapos y buenos en la cama”. Obviamente, todas subían al cuarto piso, donde el cartel promocionaba “maridos trabajadores, guapos, buenos en la cama y que ayudan con las tareas del hogar”.


El quinto piso estaba vacío.


Un cartel dictaminaba: “aquí no hay maridos… este piso sólo fue construído para demostrar que, a las mujeres, no hay poronga que les venga bien”.


Pero cuenta también esta fábula que, al otro lado de la calle, un edificio exactamente igual vendía esposas. El cartel del primer piso decía: “aquí hay esposas a las que les gusta el sexo”. El del segundo piso decía: “aquí hay esposas a las que les gusta el sexo y no rompen las pelotas”.


Nadie supo jamás qué había en los tres pisos restantes.


Históricamente, el “objeto sexual” ha sido siempre la mujer. La que es “usada”, como si fuera una cosa, para satisfacer los deseos, “los más sublimes y los más perversos”, como diría el Rey Enrique VI, siempre fue la dama.


Sin embargo, los tiempos han cambiado y las chicas modernas hablan de tener “chongos”, “amigos con privilegios” y toda clase de partenaires para exclusivo uso carnal y sin compromiso de compra. Ahora el objeto sexual son los hombres.


Como decían las Viuda e Hijas de Rocke Enroll, un hombre hoy diría “sólo nos quieren para eso”.


Desde los tiempos mas remotos y declarado por ellos, los machos de las especie siempre buscan, básicamene, dos cosas en una compañera: mucho sexo y pocas pretensiones.


La mujer que, entonces, siguiendo esta nueva tendencia, toma al macho por mero objeto sexual, no hace más que cumplir una de las fantasías más ancestrales del imaginario masculino.


Por eso, acá va la pregunta “¿Qué le pasa al caballero cuando se ve convertido en un mero instrumento de placer?”,


martes, 20 de octubre de 2009

237 razones para tener sexo

Con suerte, el siglo XXI acabará por enterrar ciertos mitos que amenazan con fosilizarse en el imaginario colectivo. Muchos crecimos, por ejemplo, sospechando que fulana llegó a gerente general porque se acostó con menganito, o que sultanita se casó con fulanito para asegurarse la beca conyugal, y de paso figurar en las páginas de sociales. Del mismo modo pretendieron convencernos de que a la hora del sexo a todos los hombres les tira más la necesidad que el placer.


Hay de todo en el supermercado global. Pero a veces las cosas son al revés.


Sin ir tan lejos, un amigo terminó con su novia de tres años y desde varios meses no tiene sexo más que consigo mismo. Dice que la abstinencia no es por falta de ofertas, sino de ánimo. Se pregunta cuándo volverá a gustarle una chica, porque que él no es de acostarse deportivamente. No encuentra razones para hacerlo, más que la necesidad y en su caso, el deseo por alguien. Pero hay más, muchos más motivos.


Un sondeo elaborado por los psicólogos de la Universidad de Texas, enumera 237 razones por las cuales hombres y mujeres hoy van a la cama. Y héte aquí el hallazgo más revolucionario de la lista: “los resultados sugieren que los hombres son más proclives a admitir que se acostaron con una mujer “para elevar el nivel social” “conseguir ascensos, aumentos de sueldos o favores” o “porque ella era famosa”.


El trabajo en el que entrevistaron a 2000 personas de entre 17 y 50 años, desmiente también el clásico “hoy no, querido, me duele la cabeza” atribuido a las mujeres. A veces, ésa excusa es el estímulo: muchas respondieron que mantienen relaciones sexuales para calmar el dolor (y es verdad que se va). Del mismo modo hay cada vez más hombres que argumentan “cansancio laboral” para evitar el contacto físico con su media naranja.


“Para dormirme después”, “para hacer sentir bien a mi pareja”, “para quemar calorías”, “para devolver un favor”, “para no tener frío”, “para lastimar a un enemigo” o “para cambiar de tema” o “para trasmitirle una vénera al ex” son algunas de las causas citadas, y publicadas en la edición de agosto de los Archivos de Conducta Sexual. Buss, autor del libro La evolución del deseo, dijo estar “sorprendido por la riqueza de la psicología sexual”.


La mejor noticia es que ambos grupos coinciden en las principales razones de prestarse o no al juego erótico. Entre ellas figuran “quise expresar mi amor a la otra persona”, “porque me sentí excitado”, “por diversión”, en ese orden.


Y... ¿cuáles son tus razones?


domingo, 4 de octubre de 2009

Instantes



"Tres deseos"
tiene como eje de su historia a Pablo y Victoria, encarnados por Birabent y Raggi respectivamente, que viajan por un fin de semana a Colonia, en el Uruguay, para festejar los 40 años de ella. Están casados desde hace ocho años y en este breve paréntesis se hará presente en forma creciente el desgaste de la relación. En medio de esa soledad, Pablo se reencontrará con Ana, interpretada por Cardinali, a la que abandonó doce años atrás.

¿En qué preciso instante el amor llega?
y ... ¿en qué preciso instante el amor se va?