domingo, 22 de marzo de 2009

Drink & Send

¿Qué pasa cuando enviamos un SMS después de tomar de más?


ANTES, SALIR DE UN BAR SOLO Y BORRACHO IMPLICABA EL FIN DE LA NOCHE. HOY LAS COSAS HAN CAMBIADO: LA SOLTURA QUE DA EL ALCOHOL SUMADA A LA INMEDIATEZ DE LOS MENSAJES DE TEXTO BRINDAN UNA ESPERANZA A LOS EBRIOS SOLITARIOS QUE PUEBLAN BARRAS Y BOLICHES. PERO ENTRE LA CONFUSION Y LA DESESPERACION, ESTAS HISTORIAS SUELEN TERMINAR BASTANTE MAL.


Con cuatro tragos encima y escudados por esa falsa sensación de anonimato que brinda el SMS, mujeres y hombres aprovechan el teléfono celular para decir animaladas que jamás dirían estando sobrios. ¿Cobardía? ¿Espontaneidad? ¿O algo que aún requiere de horas de diván para ser desentramado y definido? Más allá de las causas, el problema, como se ve, son las consecuencias: cuando se le pasa el pedal y, en medio de la resaca, el emisor chequea la bandeja de mensajes enviados y se da cuenta de que metió la pata bien hasta el fondo.


Hoy en la Argentina hay más teléfonos celulares que personas. Y cada año aumenta la cantidad de mensajes de textos enviados desde estos coquetos aparatitos. Tanto es así que hoy nuestro país figura en el top 10 de los que más SMS manda por persona: un promedio de 80 por mes. Lo que esta estadística no contempla es cuántos de estos mensajes funcionan como botellas al mar nocturno arrojadas desde la ebriedad. Algunos son cariñosos, como ‘Te extraño’, otros directos, como ‘Veníte a casa que tengo champaña’, algunos disimulados, como ‘¿En qué andas?’. Y después están los guasos, tipo ‘Te voy a partir como a un queso’, y los que rozan la ilegalidad: ‘¿Cuánto me va a salir?’. 


VNS A KSA?
Alguien dijo que los Martinis son como las tetas, nunca menos de dos, nunca más de dos. Esa persona sabía que el tres era el número al que no había que llegar. Qué cruzando esa frontera uno podía terminar lanzando llamados extraños a destinatarios indebidos. En cuanto ese límite se atraviesa, lo aconsejable es apagar el teléfono, bloquearlo, dárselo a un amigo, tirarlo debajo de un colectivo. Sino te puede pasar lo que le pasa a Wally, que siempre termina haciendo lo mismo: borracho, de madrugada, envía mensajes vacíos, sin texto. Anzuelos sin carnada en busca alguna pecesita hambrienta. “Eso sí, como suelo tirar no menos de cinco mensajes al mismo tiempo, el problema es cuando responde más de una”, dice. “Una vez, borracho, le dije a dos que se vengan a casa. Estaba en la cama con la primera cuando empezó a sonar el timbre: la otra había llegado, eran las 4 de la mañana. No sabía qué hacer, le dije a la chica que estaba conmigo que esto pasaba siempre, que era un vecino que siempre se quejaba de los ruidos”, recuerda, sin aclarar por qué no se animó a proponer un trío.

“También hay que admitir que después de unas copas decís verdades que ni esperando el primer Tequila Sunrise te animás a decir”, comenta Victoria, otra viciosa del Drink & Send, y continua: “Una vez le escribí a mi ex ‘vamos a un telo a tomar champagne’. La verdad que desde que había cortado que tenía ganas de decírselo así, sin tantas vueltas ni palabras empalagosas”. La respuesta fue inmediata, cuenta Victoria: “Terminamos jugando a algo parecido al waterpolo en el jacuzzi de un hotel con dos botellas de champaña y una de sidra”.

Algo similar hizo Natalia, que una noche, en un bar con mucha cerveza y pocas expectativas de sexo citó a su ex en la puerta de un telo. “Estábamos los dos tan borrachos que la cosa duró cinco minutos y el se quedó dormido, así que me levanté y me fui. Desde la calle, le mandé un mensajito diciéndole chau. Nunca nos volvimos a ver”, recuerda, pícara y risueña.

“Para mí es parte de la adrenalina de la noche y de irse de joda, de descontrolarse”, dice Andrés quien recuerda terminar parado a las 3 de la mañana en el palier del edificio de una mina que hacía cuatro años que no veía, mandándole mensajes de texto y dando lástima.


QRO KGRT
Cintia cuenta que una noche, a las 2 de la mañana y borracha en un bar, le envió un mensaje a un amante al que no veía hacía dos años con el texto ‘Llegué bien! Besos’.

Esta estrategia es típica: el mensaje equivocado para despertar al amante dormido. Una táctica tan estúpida como, a veces, eficaz.
Diego cuenta que una noche, después de una cena familiar aburridísima en la que se bajo una botella de vino entera, y sin ganas de dormir solo, empezó a mandar el mismo mensaje a su ex, a una amiga del trabajo, a la compañera de natación del club y hasta a una prima lejana que se había cruzado en el velatorio de la abuela. Todos decían lo mismo: ‘Dale!’, como si estuviera respondiendo a un mensaje que en realidad nunca había existido. A las dos horas, ya en su casa y sin ninguna respuesta, envió el mismo mensaje pero potenciado: ‘Dale que te gusta!’. Al final terminó en el piso, dormido con el teléfono en la mano. Pero cuando se despertó había una respuesta de su prima: ‘me encanta, yo también siempre te lo quise decir’, decía el mensajito. “Una semana después nos encontramos en el cumpleaños de nuestra tía”, recuerda Diego. Pero no solo el deseo es motor de un mensaje. Rencores y venganzas también afloran con el correr de las horas y las copas. Valeria cuenta que recién un sábado a las 7 de la mañana y después de unos cuantos gin-tonics se cobró venganza de su ex. ‘En este tiempo me di cuenta de algo: no la tenías tan grande’, escribió. Sutil pase de facturas, humillación íntima. Imaginemos por un momento la cara del destinatario recibiendo ese mensaje mientras desayuna.


CHPME TDA/O
Muchas veces, el problema aparece en el momento mismo de tipear, operación nada sencilla cuando uno pasa del tercer tequilazo. Julia cuenta que iba montada en un taxi camino a ver a su amante cuando le escribió, ‘entangada estoy, a Mataderos voy’, pero el que recibió el mensaje fue un amigo de su padre, del mismo nombre que el macho que la esperaba en Mataderos. Igual, Julia se hace cargo de algunos mensajes, “por más borracha que una esté, hay algo buscado en esos mensajes. Todas coincidimos en que en el momento de apretar send corre la adrenalina y nos sentimos un poco Juana de Arco”.

Paradojas de la historia: la hoguera que te transforma en cenizas, a veces es el mejor fuego para comenzar una relación caliente. Joaquín empezaba a salir con la que hoy es su novia y le gustaba llamarla ‘rubia’. Pero por su impericia en el manejo del teclado, solía escribir ‘sucia’. Sin embargo, lejos de ofenderse, la destinataria tomaba esto como un juego y alentaba: ‘sí, sucia, muy sucia, venite a casa que vas a ver’. La fría tecnología a favor del amor: una corrección ortográfica que enciende el fuego.

FACEBOOK
Otra herramienta peligrosa para borrachos en celo es Facebook. “El otro día estaba bastante borracho, mi novia se fue a dormir y me quedé boludeando en Facebook. Mina que veía con una linda foto, mina a la que le escribía. Pero no me di cuenta que les dejaba mensajes en el muro y comentaba sus fotos. A la mañana me levante y mi chica había visto todo lo que yo había escrito”. Este testimonio es real y le ha ocurrido a más de uno desde que FB se convirtió en una suerte obligación en ciertas esferas sociales. Este infierno publico y voyeur que es Facebook abre más y más puertas para hundirse en noches de copas. Tan frecuente es sincerarse trago de por medio, que FB tiene un grupo llamado “Mando mensajes de texto que no debería mientras cuando me emborracho”, que cuenta con más de 4300 miembros, en tanto que “Prohibido mandar mensajes borracho” suma cerca de 500. En los foros de debate, los cultores del Drink&Send aseguran que el mensaje de texto más común que se envía desde la ebriedad es “¿Donde estás?”. Sin embargo, casi todos admiten que los mensajes que mandan son tan subidos de tono que no se animan a confesarlos en la red. Y un dato que puede resultar curioso: la mayoría de los miembros del grupo son mujeres.
(Nota de Martín Auzmendi, publicada en Revista Joy)


¿Y vos qué mensaje mandaste y a quién? Contanos como te fue ! ...

1 comentario:

Paco Bailac dijo...

Le dejo un cordial saludo desde la armonia del coaching.


Paz


pacobailacoach.blogspot.com